Entre las terapias naturales o suaves, la que se realiza con cristales es quizás una de las menos conocidas si la comparamos, por ejemplo, con el reiki, las flores de Bach, la aromaterapia, la musicoterapia y algunas más. Sin embargo, como todas las demás, tiene sus raíces en el pasado más remoto del ser humano. Desde la antigüedad , los cristales se han utilizado para fabricar amuletos, objetos que dan suerte a su portador, de carácter ornamental –que todavía se emplean en la actualidad recordando una época pasada o utilizando formas mas modernas- con la intención de proteger a personas que las llevaba en la caza, en las batallas, contra los enemigos, contra los espíritus malignos o contra el mal de ojo ( y, por lo tanto, con un profundo significado mágico y esotérico). Además de esto, se usaban también para prevenir enfermedades o problemas de distinto tipo y se reducían a polvo para elaborar pociones que pudieran suministrarse al paciente. Su poder terapéutico proviene de su contenido mineral: hierro, sodio, calcio, silicio, magnesio y otros muchos componentes que constituían un remedio natural y eficaz. Incluso el simple hacho de colocar el cristal sobre una determinada parte del cuerpo surtía un efecto positivo, puesto que actuaba como receptor de energia y desencadenaba el fenómeno de la autocuración por parte de la persona. Por utilizar una comparación es como si cada día se bebieran de dos a tres litros de agua especialmente pura y rica en sustancias minerales; sin ninguna duda, el efecto resultaría muy positivo para el organismo. ¿No es verdad que incluso hoy en día la ciencia moderna recomienda el uso de las fuentes termales por sus funciones desintoxicantes y regenerativas? ¿Y que son las fuentes termales si no un concentrado de minerales, sales hierbas y todo lo relacionado con el campo de las terapias naturales?
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