El cristal de roca – conocido más comúnmente con el nombre de cuarzo hialino – era utilizado por algunas tribus de indios americanos como los cheroquis, quienes creían que el cristal les ayudaba en la caza y en la adivinación del futuro; también se utilizaba en la antigua Grecia, asegurando que calmaba la sed. No es casualidad que el término griego “cristal” signifique hielo. En las poblaciones de extremo Oriente, el jaspe sanguino estaba considerado como una piedra capaz de aumentar la percepción de las energías sutiles – es decir, aquellas que conectan al ser humano con el universo – y de incrementar las predicciones sobre todo la previsión de aspectos atmosféricos especialmente destructivos. Utilizando también por las poblaciones de la cuenca mediterránea, se decía que la hematites era un potente protector durante las batallas – como la turquesapara las civilizaciones de los indios americanos – y que conseguía que determinadas súplicas se hicieran realidad al dirigir las propias plegarias hacia el gran Espíritu. Por el contrario, la fluorita se utilizaba en pociones más o menos mágicas con efectos beneficiosos para dientes y huesos en general. De hecho, se utilizaba para curar las fracturas. Entre las piedras más buscadas y también utilizadas durante mucho tiempo con fines ornamentales, el jade – sus diferentes variaciones de color - se utilizaba en todo el Extremo Oriente y en Oceanía, desde China hasta Nueva Zelanda. Los antiguos egipcios y las poblaciones de América Central lo ponían en el lugar del corazón después del embalsamiento del cuerpo de los nobles difuntos: no en balde era conocida como la “piedra del corazón”. Los antiguos egipcios también utilizaban con frecuencia los lapislázulis, piedras que, gracias a su color, se asocian fácilmente con el cielo: se utilizaban energías protectoras, alejando la negatividad y los peligros de lo desconocido.
La malaquita, una piedra todavía muy utilizada en critaloterapia, se consideraba una efectiva protección para los niños, preservándoles de las caídas y haciéndose trizas en caso de peligro inminente. El ojo de tigreera utilizado por las poblaciones orientales como protección contra el mal de ojo y de la vista, contribuyendo a su mejoría. Esta piedra también se consideraba un potente estimulador de la sexualidad, potenciando no sólo la fertilidad de la mujer sino también la capacidad de resistencia del hombre en las relaciones sexuales. Otra piedra con un nombre muy místico – la piedra de luna – se decía que ayudaba a los enamorados a saber algo más de sobre su futuro; se llevaba en la boca durante la noche y en períodos de la luna llena.
Además de ser una piedra que simbolizaba la belleza y el amor, el cuarzo rosa era utilizado también por los egipcios, que lo reducían a polvo con el fin fabricar mascarillas de belleza y como cura para la piel.
Utilizada sobre todo en Sri Lanka, donde se halla con mayor facilidad, laturmalina llegó a Occidente hace dos siglos como símbolo de equilibrio interior. La turquesa es una piedra que todavía utilizan en la actualidad los sanadores se los indios americanos: tribus muy conocidas, como los sioux o los cheyenes, la utilizaron como medio de unión con las fuerzas ultraterrenales (Gran Espíritu o Wanka Tanka) y decían que era capaz de manifestar los cambios de la salud de una persona: de hecho la piedra se aclaraba o se oscurecía, de pendiendo del estado psicofísico de quien se acercaba.
Como se desprende del escaso material que tenemos a nuestra disposición para recabar información. La cristaloterapia no es fácil de comprender y en ella la intuición y la conciencia juegan un papel fundamental. El elemento determinante del que no se puede prescindir es la unión que el terapeuta consiga instaurar con la piedra, que llegue a “sentirla” y a “adherirse” tanto a sus propiedades curativas como a las espirituales.
Fuente Libro “Cristaloterapia” (Massimo Paltrinieri)
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