La belleza de una gema no depende únicamente de su color natural o de su grado de transparencia, sino también de otras propiedades menos evidentes. Técnicamente, las mas importantes se denominan alocromáticas, en las que, por explicarlo con palabras sencillas, el color de una gema está en función de las pequeñísimas diferencias de composición que la distinguen de las demás. Todas aquellas cuyos colores no dependan de impurezas –por lo que a su composición se refiere- se conocen como hidrocromáticas. Debido a su naturaleza física o química, alguna gemas son siempre opacas: por ejemplo sólo se puede admirar (estéticamente ablando) toda la belleza de una turquesa cuando refleja la luz de superficies brillantes. En caso contrario resultaría muy opaca, en algunos caso incluso poco atractiva, ni más ni menos que un trozo de roca ligeramente azulada. En cambio la turquesa es una piedra muy importante tanto a nivel terapéutico como en el ámbito espiritual.
Otras gemas completamente transparentes transmiten la luz con facilidad. Pero la belleza y la importancia de las gemas transparentes pueden disminuir drásticamente cuando presentan defectos internos o incrustaciones de otros materiales extraños que aparecen claramente visibles por la propia transparencia de la piedra. Sin embargo, estos aspectos tienen escasa importancia en su uso terapéutico, a pesar de que una elevada presencia de impurezas puede llegar a modificar las propiedades y los efectos curativos de un cristal, por ello son fundamentales un buen conocimiento y una elección correcta.
Fuente Libro “Cristaloterapia” (Massimo Paltrinieri)
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